Hoy en día y sobretodo en el mundo occidental, son pocas las mujeres que no hacen uso de alguna forma de maquillaje, está presente en la vida cotidiana y cada vez son más jóvenes las que comienzan a temprana edad a preocuparse por la forma de maquillarse, es tan cotidiano que seguro a todos sorprendará saber que alrededor de 1900 maquillarse era arriesgar a ser considerada una meretriz o una escándalosa artista de cabaret y los maridos podían hasta divorciarse alegando que "su mujer era una que usaba maquillaje" motivo más que suficiente para no considerarla seria ni merecedora de confianza.
Y el asunto habría seguido por ese rumbo, sobretodo que peinarse extravagantemente (para la época) era considerado una evidencia de la poca moral de algunas mujeres, fue el peluquero francés Marcel Grateau quien lanzó un peinado con ondas, tan hermoso que parecía una cascada y las mujeres enloquecieron por llevarlo hasta las más "conservadoras". Pero fue realmente el almacén Selfridge del centro de Londres el que hizo más por el maquillaje, cuando en 1910 vendió en su mostrador cosméticos, polvos compactos y rubor.
Con la llegada de la guerra y las mujeres abandonando casa y oficinas para ocuparse de labores de apoyo, el cambiarse los peinados aburridos de siempre e imitar algunos de los chicos que marchaban al frente fue el espaldarazo de la liberación porque ellas se cortaron el pelo, y se depilaron las cejas desde entonces hasta hoy. ¿Quién hubiera pensado entonces que aquellos timidos rubores de los años '20 serían los precusores de una moda de maquillaje sofisticada como la de hoy?
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