La bella prometida del príncipe Alberto de Mónaco es una mujer que logrará desplazar de los tabloides a muchas de las socialités, y no porque sea una de esas chicas con vidas alocadas, nada de eso la rubia y de delicada belleza Charlene Wittstock es una dama de mucha clase que ya nos viene mostrando desde que fue anunciado el compromiso con el heredero monegasco, un donjuán del que todo mundo pensaba no asentaría cabeza jamás y aunque falta un año para la boda, ciertamente hay que reconocer a la sudafricana haberlo llevado por los caminos del compromiso y la próxima boda.
Hasta hoy ha sido Carolina de Mónaco la que ha fungido como dama del pequeño principado de Europa, desde la ausencia de su madre la exactriz y Princesa Grace Kelly, la dama de Filadelfia que enamoró a Rainiero y que reinó con toda la clase y belleza que la hicieron famosa. Aunque en ocasiones ha participado como compañera de su hermano en los eventos de la corte la hija pequeña, Estefanía, realmente con su vida alocada y su mal gusto para vestir nunca tuvo mucho brillo como para fungir como la anfitriona ideal que deben fungir las Princesas como ella nacidas como tales o las que se convertirán por matrimonio en Princesas, como Charlenne. Charlenne tiene un gran estilo definido y elegante, estupendo gusto en el vestir, una personalidad calma y simpática sin caer en lo excesivamente distante ni demasiado cercana, el punto perfecto para una dama de la nobleza que será en nada, ya veremos recuperar el brillo de Mónaco de sus mejores días, cuando la recién llegada Grace Kelly extasiaba a sus nuevos súbditos con su personal estilo y su simpatia serena.
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